Cuando comencé a formarme como Coach tenía un miedo que me moría, no sabía si sería capaz de entender todos los conceptos correctamente, ya que no hablamos de cosas materiales si no de lo que rumia en la cabeza de cada uno y de lo que esos pensamientos nos producen. Pues bien, este miedo infundado que me creaba malestar se desvaneció tan pronto empecé a relajarme y a disfrutar de lo que estaba aprendiendo. ¿Cómo me relajé? Eso te lo cuento en mis sesiones porque para relajarte no valen trucos si no tu propia experiencia.
Bueno, pues en este trayecto de aprendizaje tuve el placer de conocer a Dick Fosbury, y como ya sabéis lo que me gusta una historia me puse a brujulear porque quería saber más de él. Para mí, neófita en el mundo del atletismo, me pareció fascinante el cambio que hizo en la técnica de salto de altura, hoy en día conocida como Fosbury Flop. Todo mi respeto y admiración no solo por lo que consiguió si no por todo lo que tuvo que aguantar.
Algo que hago cuando conozco las historias de personas es ponerme en la piel de cada uno de ellos, tratar de descubrir cómo fueron capaces de solventar los problemas y su actitud ante ellos. Siempre me ha gustado escuchar a los demás y al principio este acto reflejo de sentirme como la otra persona, suponía para mi dolor y lágrimas ya que acababa haciendo el problema mío. Con el tiempo y la experiencia he aprendido a sentir pero no sufrir, ese sentir es el que pongo en todas mis sesiones para poder comprender mejor a mis clientes.
Pongámonos entonces en la piel de Dick Fosbury por un día. Pero antes de nada voy a poneros en antecedentes para que podáis entender mejor la historia. Cuando nuestro amigo comenzó a practicar el salto de altura y a desarrollar su técnica, era 1963 y contaba con dieciséis años de edad. En aquella época los dos estilos más usados para realizar el salto eran el rodillo ventral y el estilo tijera.
La técnica que desarrolló Dick Fosbury es la que se usa hoy en día y se denomina, como dije anteriormente, Fosbury Flop.
Sabiendo esto vamos con nuestra historia, cómo podría haber sido un día en la vida de Dick Fosbury.
El día comienza temprano para Dick. Ha dormido poco, el asunto de cómo mejorar su salto le trae de cabeza puesto que el entrenador le ha vuelto a decir que su nueva técnica no le termina de convencer y él está poniendo todo su empeño, esfuerzo y ganas para demostrarle lo contrario.
Desayuna un porridge, un par de tostadas, un zumo y un café y sale pitando para el instituto que ya llega tarde. Por el camino se encuentra con su amigo Mike:
—¿Qué tal Dick? ¿Cómo llevas el examen de historia?
—El examen bien pero eso no es lo que me preocupa en estos momentos.
—¿Qué sigues con la curvatura del salto? Solo por las ganas que estas poniendo pronto recibirás tus frutos amigo.
—Estoy convencido de que sí Mike, solo espero que no me acaben quitando las ganas.
Al llegar al instituto se encuentra una bailarina pegada en su taquilla hecha de papel, casi a tamaño natural, con su cara. No le sorprende ya que es la tónica de cada día desde que entró en el club de atletismo. La despega y la mete en su taquilla sin darle importancia con la intención de tirarla después porque llega tarde a clase.
La mañana transcurre con normalidad y llega la hora del almuerzo donde se encuentra con sus amigos Mike y Chase. Los tres se dirigen a la mesa donde comen siempre y se dan cuenta que está ocupada. Echan un vistazo rápido para localizar donde sentarse con tan mala suerte que la única mesa disponible está a una mesa de distancia de la que ocupan varios integrantes del equipo de fútbol americano del instituto, los mismos que colgaron la bailarina en la taquilla de Dick.
Con resignación los tres amigos se sientan a comer. Dick no tiene mucho apetito, la preocupación hace que se le cierre el estómago, pero termina comiéndose todo el almuerzo ya que es consciente que necesita energía para poder entrenar. Mantienen una agradable conversación durante la cual Mike y Chase se preocupan por Dick y muestran su admiración por su dedicación y esfuerzo en algo que no sabe si funcionará. Ellos son un gran apoyo para nuestro querido amigo, no lo juzgan, confían en él y se limitan a animarle porque saben que tarde o temprano logrará su objetivo. Cuando de repente:
—Qué Fosbury ¿preparándote para las próximas olimpiadas de danza?—dijo Mark, quarterback del equipo de fútbol americano—¿o es que pretendes ir al Show de Ed Sullivan?
De repente todo el comedor comenzó a reírse de los crueles comentarios que Mark gritaba a nuestro amigo. Dick no hizo ademán de nada y continuó comiendo. Sus amigos comienzan preocupándose por él pero al ver la indiferencia que muestra ante semejantes improperios, se sorprenden:
—Dick ¿estás bien?—preguntó Chase.
—Sinceramente estoy cansado puesto que todos los días es lo mismo, pero no puedo hacer nada, solo esperar que pase la tormenta. Ahora mi única preocupación es conseguir una buena marca en el salto de altura y demostrarle al entrenador que mi técnica es posible. Vámonos de aquí así evitamos darle más pie a Mark.
Una vez terminadas las clases Dick se dirige al entrenamiento. Pasa antes por la taquilla para dejar los libros y tirar la bailarina que le habían dejado pegada en la taquilla por la mañana. Para nuestro amigo es el momento más duro del día, por el esfuerzo que pone en el entrenamiento y por los comentarios hirientes que tiene que aguantar de sus compañeros de atletismo. Desde que comenzó a desarrollar su nueva técnica le han llamado de todo, desde larguirucho inútil y decirle que no valía para el salto de altura por eso inventaba tonterías, hasta snob y que lo hacía por ser diferente no porque fuera una buena técnica. Pero Dick no cesa, es más fuerte el sentimiento de mejorar su salto que los improperios vertidos sobre él.
De camino a casa, después del entrenamiento, reflexiona sobre las mejoras obtenidas con su técnica y se convence de que algún día alcanzará su meta.
Podemos ahora imaginarnos lo que suponía para Dick Fosbury apostar por lo que quería. Pero todo cambia cuando, tras cinco años de esfuerzo sudor y lágrimas, se clasifica para los juegos olímpicos de México 1968 consiguiendo la medalla de oro en salto de altura, con una marca de 2,24m, usando su técnica el Fosbury Flop.
La mayoría de las veces tratamos de buscar la aprobación de los demás en lugar de hacer las cosas por y para nosotros mismos y el problema es que buscamos esa aceptación en las personas inadecuadas. Ese esfuerzo que ponemos en buscar esa aprobación se resta del esfuerzo que ponemos en tratar de conseguir nuestro objetivo. Muchas veces, aunque la emoción nos desborde, es mejor callar, ya que en el trayecto, para conseguir lo que queremos, vamos a caernos y levantarnos varias veces. De ésta manera evitaremos el incómodo: “ya te dije que no lo conseguirías” cada vez que nos caigamos.
Es un camino duro pero… yo puedo ayudarte. Acabarás haciendo las cosas por ti y para ti sin la aprobación de nadie más. Te quitarás un peso de encima y tendrás una preocupación menos ocupando tu palacio de la memoria.
2 comentarios en “Dick Fosbury o cómo conseguir el éxito de un salto”
Una gran historia de la que tomar ejemplo, a veces necesitamos ayuda para dar el salto.
Muchas gracias Juan.