Cuando descubrí la historia de María, sinceramente me sorprendió muchísimo y sobre todo el gran objetivo que se marcó. Con esto me di cuenta que nada es imposible si le echas ganas y le das sentido a tu vida.
En la historia que leeréis a continuación, veréis cómo se fraguó, se torció y finalmente consiguió nuestra amiga su objetivo marcado. Como todo ser humano ella pasó por momentos de frustración, de querer abandonar, pero por encima de todo estaba el sentido de su vida, su marido.
María logró su objetivo, era una persona con recursos que encontraba solución para todo. Si no es tu caso, si estas bloqueado/a, si no encuentras sentido a tu vida o simplemente deseas un cambio y no sabes por dónde empezar, charlemos un ratín, te lo pongo fácil, primera sesión gratuita, no tienes nada que perder pero sí mucho que ganar. Estoy dispuesta a escucharte y tú mismo/a abrirás nuevas ventanas para que te entre aire fresco.
Bueno, vayamos ahora con nuestra amiga, que la verdad tengo muchas ganas de presentaros.
Nos encontramos en 1902 en Kyat, provincia de Crimea, donde nace nuestra querida protagonista María Oktiabrskaya en el seno de una familia numerosa de campesinos soviéticos. Desde jovencita compaginaba sus estudios con el trabajo en una fábrica de conservas para poder ayudar a su familia. Trabajo que cambiaría por el de telefonista una vez terminada la escuela secundaria.
Estamos en 1922, María tiene veinte años cuando en su camino se cruza un apuesto oficial de caballería del Ejército Rojo llamado Ilyá Fedótovich Riadnenko, con el que acabaría casándose en 1925. Acompañaba a su marido a todos sus destinos, debido al trabajo de éste, adaptándose muy bien a la vida militar. Aprendió a conducir vehículos pesados y a usar armas de fuego, algo que la entusiasmaba.
Con tan mala suerte que en 1939 estalla la Segunda Guerra Mundial y mandan a Ilyá al frente a combatir contra los alemanes, por lo que envían lejos del campo de batalla a todas las mujeres de los oficiales. Los meses transcurrían para María, y la guerra con ellos, sin saber nada de su marido. Cuando en 1942 recibe la mala noticia de que su esposo ha sido abatido en combate.
María destrozada, se niega a resignarse como el resto de mujeres de militares caídos y se marca un objetivo, ir al frente de combate, movida por el sentimiento de pérdida de lo que daba sentido a su vida, su querido marido.
El comienzo no fue fácil, como os podéis imaginar, quiso alistarse en el ejército pero no fue aceptada por su edad y por sufrir de una enfermedad crónica. ¿Nuestra amiga se rindió? No, no solo no se rindió si no que pensó a lo grande. Trabajó noche y día, vendió su casa y todas sus pertenencias para poder comprar un tanque y donarlo al Ejército Rojo. Ésta donación traía una condición, ella misma estaría al mando del tanque en el campo de batalla. Así se lo hizo saber a Stalin en una carta que escribió personalmente, en su afán por conseguir su objetivo. Stalin contestó con una respuesta afirmativa.
María Oktiabrskaya lo había conseguido, estaba combatiendo contra los alemanes, los mismos que habían matado al gran amor de su vida. Cabe destacar la admiración que sentían los oficiales por ella debido a su valentía y determinación. A nuestra querida amiga no se le ponía nada por delante, ya que ella misma pasaba por encima con su tanque al que llamó “Compañera de Armas”. Hasta que un fatídico día fue alcanzada por la metralla de una mina, dejándola en un sueño profundo del que no despertaría jamás.
Qué gran aprendizaje nos deja María. Tras recibir un no por respuesta al querer alistarse en el ejército, revolvió Roma con Santiago para obtener lo que quería. Trabajó duro con el fin de reunir el dinero suficiente para conseguir su tanque. Está claro que los límites nos los ponemos cada uno.
Si tienes muy claro el objetivo como María, pero no eres capaz de conseguir pequeños logros o te encuentras atascado en un socavón del cual no eres capaz de sacar el pié, te ofrezco una primera sesión gratis para que puedas definirme cómo te encuentras ante tu objetivo y ver las posibles salidas, llegarás por ti mismo a la puerta que más te conviene ya que solo tú sabes donde quieres llegar.